Con Alicia la cita era a las seis de la tarde. Siempre he tenido mala
suerte con las mujeres pues no me ayudan ni mi cerebro ni mi aspecto;
por eso, mis expectativas de que se fijen en mí son muy bajas. Sin
embargo, lo que sentía por Alicia me superó y le pedí encontrarnos. Me
miro pensativa mientras intercambiaba miradas suspicaces con sus amigas,
creí ver en ello que todo sería una broma y ya seguía mi camino.
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